miércoles, 24 de septiembre de 2008

Planchar

¿Qué sentido tiene complicarse la vida así? ¿Es acaso este acto necesario? ¿No es una burla a nuestra metafísica autoconsciente y compleja?

Planchar, alisar la ropa, eliminar arrugas, estirar la superficie, ¿de qué? ¿De una piel envejecida? ¡No! ¡De unas putas telas que usamos para vestir! Y es cierto que no es plan de ir disfrazado de icosaedro, pero, joder ¿¿¡¡Desperdiciar así nuestro precioso escaso tiempo!!??

A pesar de tener una existencia plagada de momentos, algunos trascendentales y otros insulsos, esta aberración del trabajo me parece el colmo de los sinsentidos. Como un protocolo que se alimenta de si mismo, un adorno inútil a la formalidad sobrecargada y desbordante de si misma.
La necesidad de saludar una a una a cien personas resulta tan molesta y prescindible como comprensible: son personas. Pero planchar y alisar todos los pliegues de nuestra ropa, sabiendo que la vamos a arrugar, para volver a repetir el círculo cada vez que esta pase por la lavadora, ¡qué patético acto de artificialidad!

No useis camisas, estirad los pantalones, colgad bien las prendas en perchas mientras se secan y dobladlas bien cuando las guardéis en el armario. Pero decid NO a las planchas: "¡No, nunca más! ¡Tengo algo mejor que hacer, aunque sea fregar los platos!"

PD: Y hacer la cama... ¡¡brrr!! ¡¡Si no la volveremos a ver hasta que nos metamos dentro de nuevo y la deshagamos!! Pero eso ya es otra historia...

2 comentarios:

Unknown dijo...

Yo nunca plancho ni hago la cama. Son actividades que consnidero prácticamente inútiles. Si uno tiende bien la ropa y después la cuelga o la dobla bien en el armario, no tiene por qué plancharla. Y la cama se hace par aluego deshacerla. Es de lo más inútil.

Anónimo dijo...

vaya una tonteria de reflexión,no pienses tanto.