domingo, 7 de septiembre de 2008

Despreocupaciones en el terrao

Y te llevaré hasta allí arriba. Yo estaré contento pues las vistas son espléndidas, la ciudad parece una aventura con tantos tejados a la vista, el cielo en un lienzo grande, inmenso y totalmente libre para que soñemos con él y la luz y el viento no hacen más que convertir cada instante en una instantánea fotografía inimaginable un segundo antes.

Tendré que cogerte de la mano para señalarte en todas las direcciones (ya bailaremos otro día).
-Mira, allí se ve la ballena muerta, y por ahí está el centro burocrátido de la metrópolis del mal. -Te diré mientras te señalo a toda la ciudad.

Tu alegría desmedida te llevará a saltar la valla de seguridad y caminarás sobre las piedras que separan la zona donde colgamos las sábanas hasta el borde de la azotea donde a la mínima podrías caerte 7 pisos hasta la calle. Confiando en ti, pero temiendo tu falta de experiencia, te perseguiré, y en el momento en el que mires, despreocupada, hacia la calle por la que hemos accedido a casa, yo te abrazaré fuerte y volveré a meter tu cabeza dentro de la azotea.

No dirás nada, sentirás mi pánico y decidirás retroceder entonces, permitiéndome que te abrace como a mi más me guste.

Y ni en un sueño como es este soñaré que sucede la desgracia de que acabes volcando sobre ti misma y tenga que romperme los biceps y los huesos de los brazos para sujetarte por las piernas, por que ese sería un shock demasiado grande hasta para un sueño, dentro de un sueño, dentro de otro sueño.

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