Y llegaríamos todos a aquella cabaña pseudo-abandonada perdida en uno de estos montes. A 1 km de cualquier lado (tampoco más lejos, por si acaso) tendríamos que divirnos en parejas por las habitaciones y dormir en el suelo (bien apretujaditos! *_*). OBviamente nos serviríamos de velas para ver en la oscuriad y jugar a la cartas o contar historias tras haber cenado unos buenos bocatas. Cuando llegaría la hora de dormir la gente se daría cuenta del frío que hace y habría que ir a buscar leña a fuera, pero llueve y truena y nadie se atrevería a arriesgarse.
¡Tendriamos que salir casi todos en grupo, coger un poco y descubriríamos aterrados que la puerta se nos ha cerrado! Habría que forzar la puerta empujando entre varios oyendo a lo lejos a los lobos aullar y apenas viendo la luna por los escasos claros que dejan las nubes.
Una vez dentro admirariamos más que nunca la belleza de aquela casa destartalada y dormiriamos contentos, abrazados (y algo acojonados) esperando que se haga de día para tirarnos rodando colina abajo.
domingo, 7 de septiembre de 2008
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